por Katherine Rahal
Siempre hemos sabido que nuestras casas fueron hechas para ser vividas, pero no fue hasta la pandemia que nos dimos cuenta que el diseño de interiores dejó de ser visto como algo superficial e inaccesible Al estar en el interior el día entero, nos dimos cuenta que necesitábamos espacios funcionales, bonitos, que pudiéramos disfrutar las 24 horas y no agobiarnos.
Nos dimos cuenta que necesitábamos ayuda para resolver problemas estéticos y funcionales, para elegir y combinar, para actualizar los recintos que llevaban años dormidos.
Para eso el interiorismo se validó como tal, se democratizó y llegó a quedarse con nosotros para siempre.
Nosotros los profesionales relacionados al mundo del interiorismo vinimos a ayudar, a elegir
materiales, muebles, colores, luminarias y a desarrollar proyectos donde nuestros clientes pudieran vivir al máximo sus espacios, donde tuvieran esa experiencia grata de sentirse reflejados en su propio m2. Llegamos para elevar la experiencia del habitar.
Hoy , como ejemplo, dos años después del inicio de la pandemia ya no es novedad el hecho que el home office llegó para siempre, esto nos obligó a todos a crearnos un espacio nuevo. A buscar un lugar donde pudiésemos tener orden y una rutina diaria, que combinara lo funcional con lo estético y que, dependiendo de los m2 pudiese ser integrado a otros espacios lo que resulta más desafiante en todo aspecto.
Ya no se trataba solamente de trabajar sobre la mesa del comedor o sentados en la cama, aunque fuera un metro cuadrado quisimos tener nuestro espacio sagrado de orden, funcionalidad y desconexión de los temas relacionados a la casa.
Cuantos de nosotros nos dimos cuenta que no habíamos pintado la casa por dentro en años, o que los colores que teníamos ya estaban viejos y sucios. Quisimos renovar con todo, quisimos frescura, quisimos que todo nos aportara vida y bienestar.
Nos pasó lo mismo con la entrada de la casa, tuvimos que re-organizar todo, replantearnos las distribuciones y la forma de guardar las cosas. La prioridad fue el confort, la facilidad de
mantención y al mismo tiempo la estética.
La realidad es que el interiorismo es magia, tiene un poder transformador enorme, cambia la forma en la cual vivimos los espacios, cambia nuestra percepción de los mismos y eso repercute en nuestra calidad de vida.
Comments